viernes, enero 12, 2007

¿Os acordáis de los Tente?


Hooola que tal? Tras muuucho tiempo con el blog abandonado vuelvo a escribir un articulito, como si no estuviese harto de escribir majaronás en el periódico... en fin. A lo que vamos, el otro día por la cara no me acuerdo quién me dijo que le estaban contando su vida sin venir a cuento. Total que yo para dar un poco por culo comencé a contar mi vida desde mi primer recuerdo. Creo que mi primer recuerdo desde que estoy en el mundo es el día que nació mi hermano. Yo tenía tres años y medio y recuerdo perfectamente que estaba en el piso de Las Colinas y mi madre salía por la puerta con el bombo por delante. Entonces yo pregunté que a donde iba y creo que me dijeron que iba a tener a mi hermano. Supongo que yo me quedaría impactado por esas plabras a tan corta edad y de ahí se explica que tenga mi primer recuerdo.
Pero además de ese tengo más recuerdo de cuando vivía en Las Colinas, de donde me fui con unos seis años. Uno de los que más me hacen gracia, y que también recordé el otro día, es el de los Tente, que por cierto Juan dice que nunca ha tenido Tente y si Lego. Sin querer ofender a nadie, un machote del 82 como yo o del 81 como él, cuando los Lego se hicieron famosos ya debería tener pelitos en los huevos, pero en fin, lo de Juan es para contarlo en otro articulito. A lo que iba que desvarío. Para Reyes me solían regalar Tente, que por cierto estaban muy chulos, pero la cosa es que yo los veía en el salón el día de Reyes y los montaban entre mi madre y mi tío... penoso. Ellos disfrutaban más que yo con los Tente. Los montaban siguiendo las instrucciones al pie de la letra, poniendo cada detalle y cada pegatina en su sitio. Después lo colocaban en una estantería muy alta, a donde yo no podía alcanzar, y allí se quedaban. Cuando se los pedía a mi madre para jugar me decía que tuviese cuidado, sabiendo que estaba loco por coger ese portaaviones tan guapo para desmontarlo y fusionarlo con las piezas de un robot de los Reyes anteriores que ya había desmontado. Pero joder, que eran para mí y no para ellos. Si no, que se hubiesen comprado uno ellos, lo hubiesen montado y lo hubiesen dejado en el salón.
Haciendo memoria empecé a acordarme de los juguetes que tenía de pequeño. Imagináos al ser el primer nieto por parte materna estaban locos conmigo. Uno de los que más me llamaba la atención era un fótmula uno amarillo enorme teledirigido. Por lo visto mi abuelo, el pobre, hizo una pila de chapúces para comprármelo. De eso me enteré hace relativamente poco haciendo limpieza en el garaje. Me lo dijo mi madre y en el garaje todavía está. La cosa es que de pequeño casi nunca tenía pilas porque usaba pilas de las gordísimas y nunca había de esas en mi casa. Es que me pongo a recordar y no puedo parar de poner juguetes. Tenía la furgoneta y el helicóptero del Equipo A, el castillo de Greiskol -¿se escribe así?-, un monten de He-Man y accesorios, una caja de madera en la que le daban los turrones en Navidad a mi padre llena de cochecitos, de los que más me gustaba un Chevrolet que le habían dado a mi padre de propaganda de Marlboro, para hacer escuela desde chico, un Hibertren del que sólo recuerdo una parte de las vías porque yo debería ser muy pequeño cuando me lo regalaron y lo habría destrozado, un Excalestric todoterreno, guapísimo, que aún debe funcionar, un muñeco de Blas, el compi de Epi, era el alto ¿no?, que un día le eché colonia en el pelo, la colonia también me entró en los ojos y por poco me quedo ciego, y buenísimo, unos muñecos a tamaño natural de Macario y Rockefeller, estaban chulísimos. Estos eran los juguetes de mi más pequeña juventud. Después vinieron los Gi-Joe, los muñecos de Pressing Catch... pero ya no era lo mismo...

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