jueves, enero 25, 2007

Peliculón

Cashback

Este resumen no está disponible. Haz clic en este enlace para ver la entrada.

24 dan paso a 25

Bueno, hace muy poco que acaba de empezar mi último día con 24 años. El viernes cumpliré 25, un cuarto de siglo, ya cerca de los 30... ¡qué miedo! Hoy no hay ganas de escribir, así que toca texto cortito. Cuando cumples años se suele hacer balance del año anterior y te pones unas metas para los 25. Yo siempre me pongo las mismas, porque no tengo cojones de sacármelas. A ver si en estos 25 me aplico coño, que ya es hora. Ya os contaré el año que viene y si los he cumplido, y si no, os diré cuáles eran. De todas formas el viernes, cuando apague las velas, pediré varios deseos...

martes, enero 23, 2007

El destino, ese hijoputa

Un buen día, no recuerdo el contexto, mi gran amigo Iván espetó una frase que pasaría a la historia: "El destino es un hijoputa que juega con nosotros como si fuese Los Sims". Me marcó porque en ese momento debíamos debatir sobre cuestiones del azar que interfieren a la hora de pelar la pava, como el caso que paso a relataros.
Hace un par de fines de semana volví a ver a una chavala con la que estuve saliendo. ¿Damos datos? Total, vergüenza es robar y que te cojan -por cierto, a ver si me lo aplico-. Se trata de María José, que no la veía pues... desde hacía dos años y medio. Pero mejor volvamos al pasado, cuando salíamos. Corría el otoño de 1.999 cuando Bárbara, empeñada en buscarme novia, me presentó a María José. Supongo que le habría hablado mucho -y muy bien- de mí, porque el día que nos conocimos me obligaron a faltar al entrenamiento, que por cierto yo no faltaba nunca, y a que le pidiese salir... patético. En fin, que ese día comenzamos nuestra relación. La verdad que la cosa al principio iba muy bien. Me gustaba mucho y era una tía inteligente que tenía las cosas muy claras, pero al tiempo de estar saliendo me aburrí porque siempre hacíamos lo mismo: quedábamos los viernes en una plazoleta cerca de su casa y luego nos veíamos el sábado para salir por las noches. Por cierto, antes de conocerla yo no bebía y me eché a la mala vida por ella, que era bastante mollatosa. Ahora supongo que la habré superado... porque podría rellenar otro blog sólo con mis andanzas con alcohol de por medio.
Al grano que me pierdo. Me aburrí. Además me llegaron cosas al oído de que en un camping se fue con dos alemanes a la vez a hacer guarreridas españolas, y cuando yo le cogía el culo a veces me quitaba la mano... pero esa no fue la verdadera razón de por qué lo dejamos. Me gustaba mucho, pero me aburría con ella, que por cierto dio poco de su parte. Nos solíamos ver los fines de semana, pero ella se fue a estudiar a Madrid y yo a Málaga y dejamos de vernos.
En verano de 2.001 la volví a ver. Fue en una pinchitá en la playa y nos saludamos. Yo tenía esa cosa ahí de que no hubiese pasado nada más entre nosotros, pero en esa ocasión yo tenía novia. La verdad que estaba muy bien con Sarah y ni siquiera se me pasó por la cabeza que pudiese pasar algo, pero ahí estaba la cosa. Cuando acabó ese verano Sarah me dejó, y en Navidades de ese año vi a Carmen, que hizo muy buenas migas con María José. Quedamos varios días todos para tomar algo, pero María José no apareció.
El tiempo, inexorable y otro hijpouta como su amigo el destino, volvió a pasar hasta que llegamos al verano de 2.004. De nuevo tengo novia, esta vez Elviri, y... ¡sí!, vuelvo a ver a María José. Fue en la fiesta de la piscina que hizo Juan en la casa esa que la iban a vender. Estaba literalmente tremenda, y por lo visto le preguntó a esta gente por mí, que yo estaba muy bien, tal y cual... pero es que ella estaba tremendamente mejor. Elviri no fue a la fiesta porque se fue a la feria de Málaga, por lo que los pensamientos impuros invadieron mi cabeza, pero no pasó nada. Yo soy fiel... y Elviri me dejó en noviembre de ese mismo año.
No sé si habréis captado ya el motivo de este artículo dedicado al destino. De nuevo avanzamos en el tiempo, esta vez a Navidad de 2.006. Juan organizó una cena a la que iba a venir gente que no había visto en años, como Zeque o la propia María José, pero ella no hizo acto de presencia. Sin embargo, hace un par de semanas estando en el Zanzíbar la vimos. Iván la paró y nos pusimos a charlar. Cuando la vi de frente me quedé literalmente pasmao porque estaba guapísima, con un traje que le sentaba de puta madre a la tía. Total que nos contamos nuestras vidas y según Iván me la estaba comiendo con la mirada, cosa que no niego. Pero entonces mis peores sospechas se ratificaron. Era lógico, yo no tenía novia, pero esta vez era ella la que tenía pareja. Maldito cabrón el destino...

viernes, enero 19, 2007

Aguanta la mirada... ¡joder!

"Se busca maestro de aguantar miradas". Ése es el anuncio que voy a poner en el periódico... Os cuento la historia. La semana pasada conocí Rocío, camarera del pub donde trabaja Javi. La verdad que el comienzo no fue muy bueno porque me quincó de lleno mirándole el culete cuando se había agachado a coger una caja de Coca-Cola... en fin. La verdad que esa noche se mostró bastante receptiva, como suele decir mi amigo Iván, porque el pub estaba vacío y se ponía en la parte de la barra en la que estábamos nosotros e inlcuso habló con nosotros.
Total, que cuando cerró aquello nos fuimos a otro sitio, a donde ella también fue con sus amigas. No sé si es que yo iba un poco tocao o mi libidinosa imaginación me jugo una mala pasada, pero pa mí que de vez en cuando me echaba una miradita. Le eché cuenta, pero pensando que quizás podía ser casualidad. De todas formas todos sabemos que cuando pasa una cosa una vez es casualidad, a la segunda puede ser una coindicendia, pero a la tercera ya no juega el azar. En fin, que más o menos me lo creí, pero no le dí más importancia.
Lo bueno viene ahora. Ayer jueves volvimos a salir, volvimos a ir al pub donde trabaja Javi, y volvimos a ver a Rocío. En el pub nada del otro mundo, aunque noté alguna mirada, sólo noté. Cuando cerró nos fuimos a ese otro sitio, donde también estaba ella, y fue allí cuando me acribilló a miradas... y no fui capaz de aguantarle ni una... cagona...
Para no volver a caer en falsas esperanzas, me agencié un testigo que lo corroboró. Me dedicó varias miradas, pero hubo una, la que quizás menos tiempo duró, que me penetró por los ojos y me recorrió todo el cuerpo. No duró más de una décima de segundo, pero nuestras miradas se cruzaron y ahí hubo más intercambio de intenciones que en una pedida de mano. No os he dicho antes que Javi me la presentó oficialmente y se mostró muy cordial. Espero no estar de nuevo ante una ilusión estúpida de las mías, pero lo más importante es que yo actúe, pele un poco la pava y no haga el tonto. Ya os pondré al día.

lunes, enero 15, 2007

Etimología de la expresión que da título a este noble blog


Muchos se preguntarán por qué el individuo que intenta escribir en este blog lo ha titulado 'Pelando la pava'. Pues lo puse porque es una expresión que me hace gracia y que desafortunadamente está cayendo en desuso. Por este motivo me he propuesto ilustrar a mis pocos pero fieles -espero- lectores sobre el origen etimológico de esta tan agradable para los sentidos expresión.


En la web http://www.torredejuanabad.org/municipio/diccionario/fra.html se define pelar la pava como "el hecho de hablar con la novia, con cierto secretismo, de noche y a través de la puerta o la ventana entreabierta. Por extensión, se dice de todas las conversaciones realizadas por lo bajo entre dos personas". El ejemplo que ilustra la definición es el siguiente: "Tu hijo está pelando la pava anca la Manuela".


Por otra parte, mis primos de Diario de Cádiz publicaron una lista de definiciones andaluzas, entre la que se encuentra la que estamos analizando. Antonio Martínez Vargas, un hombre que al parecer sabe mucho, incluso más que el que suscribe, dice que la expresión pelar la pava "nació fruto del más puro humor andaluz. Cuentan que una señora ordenó a su criada que matara y pelara una pava para una sonada celebración. La criada obedeció y se fue a la reja a pelarla y, estando por la tarea, llegó el novio. La chica se entretuvo más de lo esperado y la señora le llamó: "muchacha, ¿no vienes?", y la criada respondió: "señora, que estoy pelando la pava". Y de ahí, que esta frase se aplique en Andalucía a los novios que hacen la corte, normalmente ellos desde la calle, y ellas asomadas a rejas y balcones".


En fin, que el secretismo, lo bajo cuerda y el ligoteo se aúnan en la expresión. Amigos, pelemos todos la pava. Por cierto, la imagen que ilustra este tostón es una obra titulada precisamente Pelando la Pava, del pintor Mariano Bertuchi (1884-1955) y la he tomado prestada de http://imagespain.com

viernes, enero 12, 2007

¿Os acordáis de los Tente?


Hooola que tal? Tras muuucho tiempo con el blog abandonado vuelvo a escribir un articulito, como si no estuviese harto de escribir majaronás en el periódico... en fin. A lo que vamos, el otro día por la cara no me acuerdo quién me dijo que le estaban contando su vida sin venir a cuento. Total que yo para dar un poco por culo comencé a contar mi vida desde mi primer recuerdo. Creo que mi primer recuerdo desde que estoy en el mundo es el día que nació mi hermano. Yo tenía tres años y medio y recuerdo perfectamente que estaba en el piso de Las Colinas y mi madre salía por la puerta con el bombo por delante. Entonces yo pregunté que a donde iba y creo que me dijeron que iba a tener a mi hermano. Supongo que yo me quedaría impactado por esas plabras a tan corta edad y de ahí se explica que tenga mi primer recuerdo.
Pero además de ese tengo más recuerdo de cuando vivía en Las Colinas, de donde me fui con unos seis años. Uno de los que más me hacen gracia, y que también recordé el otro día, es el de los Tente, que por cierto Juan dice que nunca ha tenido Tente y si Lego. Sin querer ofender a nadie, un machote del 82 como yo o del 81 como él, cuando los Lego se hicieron famosos ya debería tener pelitos en los huevos, pero en fin, lo de Juan es para contarlo en otro articulito. A lo que iba que desvarío. Para Reyes me solían regalar Tente, que por cierto estaban muy chulos, pero la cosa es que yo los veía en el salón el día de Reyes y los montaban entre mi madre y mi tío... penoso. Ellos disfrutaban más que yo con los Tente. Los montaban siguiendo las instrucciones al pie de la letra, poniendo cada detalle y cada pegatina en su sitio. Después lo colocaban en una estantería muy alta, a donde yo no podía alcanzar, y allí se quedaban. Cuando se los pedía a mi madre para jugar me decía que tuviese cuidado, sabiendo que estaba loco por coger ese portaaviones tan guapo para desmontarlo y fusionarlo con las piezas de un robot de los Reyes anteriores que ya había desmontado. Pero joder, que eran para mí y no para ellos. Si no, que se hubiesen comprado uno ellos, lo hubiesen montado y lo hubiesen dejado en el salón.
Haciendo memoria empecé a acordarme de los juguetes que tenía de pequeño. Imagináos al ser el primer nieto por parte materna estaban locos conmigo. Uno de los que más me llamaba la atención era un fótmula uno amarillo enorme teledirigido. Por lo visto mi abuelo, el pobre, hizo una pila de chapúces para comprármelo. De eso me enteré hace relativamente poco haciendo limpieza en el garaje. Me lo dijo mi madre y en el garaje todavía está. La cosa es que de pequeño casi nunca tenía pilas porque usaba pilas de las gordísimas y nunca había de esas en mi casa. Es que me pongo a recordar y no puedo parar de poner juguetes. Tenía la furgoneta y el helicóptero del Equipo A, el castillo de Greiskol -¿se escribe así?-, un monten de He-Man y accesorios, una caja de madera en la que le daban los turrones en Navidad a mi padre llena de cochecitos, de los que más me gustaba un Chevrolet que le habían dado a mi padre de propaganda de Marlboro, para hacer escuela desde chico, un Hibertren del que sólo recuerdo una parte de las vías porque yo debería ser muy pequeño cuando me lo regalaron y lo habría destrozado, un Excalestric todoterreno, guapísimo, que aún debe funcionar, un muñeco de Blas, el compi de Epi, era el alto ¿no?, que un día le eché colonia en el pelo, la colonia también me entró en los ojos y por poco me quedo ciego, y buenísimo, unos muñecos a tamaño natural de Macario y Rockefeller, estaban chulísimos. Estos eran los juguetes de mi más pequeña juventud. Después vinieron los Gi-Joe, los muñecos de Pressing Catch... pero ya no era lo mismo...